Las primeras tres definiciones que da la Real Academia sobre
el amor son las siguientes: «sentimiento intenso del ser humano que, partiendo
de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser»;
«sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando
reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para
convivir, comunicarnos y crear»; y, «sentimiento de afecto, inclinación y
entrega a alguien o algo». En nuestro propio diccionario de la lengua no hacen
ninguna referencia a que el amor, considerándolo como un sentimiento de pasión,
solo pueda darse entre dos personas de distinto sexo, ¿por qué, entonces,
tantos se niegan a comprenderlo? Puedo entender que haya reticencias a la hora
de aceptarlo, cuando se lleva toda una vida luchando contra algo, es difícil
cambiar de opinión de la noche a la mañana; pero ese no es motivo para atacar
como lo hacen algunos.
Supongo que muchos argumentarán que ese amor del que yo
hablo, «no es natural» y que, por tanto, no debe ser permitido, pero sigo sin
entender qué mal puede hacer que dos personas se amen. El amor es un
sentimiento que te libera, te hace querer ser mejor no solo para esa persona, también
para ti mismo, y te ayuda a superar los obstáculos del día a día. Durante mucho
tiempo lo he pensado, y he llegado a la conclusión de que esas personas que
intentan encajar el amor dentro de unos límites estrictos, son aquellas que no
entienden lo que verdaderamente significa.
Nos consideramos la cima de la evolución, la especie que
está por encima de las demás, pero aún no somos capaces de aceptar las
diferencias del resto ni de comprender que no todos somos iguales. Suena
estúpido, pero es la verdad. Vivimos en un mundo donde se nos dicta qué debemos
hacer, con quién, cuándo, cómo y por qué, y si nos salimos de ese régimen
establecido, se nos tacha de escoria. Es curioso cómo el ser humano se esfuerza
por desentrañar los misterios que le rodean cuando todavía no es capaz de
comprender los conceptos más básicos. Ni de aceptar que nadie es perfecto.
Yo soy humana y tengo mis fallos, y como todos, no siempre
actúo como debería; no obstante, siempre tengo en mente que no todo el mundo
piensa como yo. Siempre vamos a encontrar a alguien que opine de forma
distinta, y a menudo esas opiniones serán irreconciliables, pero lo único que
hace falta es saber aceptarlo y respetarlo. No pido que absolutamente todo el
mundo acepte de buena gana que mi pareja sea otra chica, pero creo que es
razonable pedir respeto. Del mismo modo que yo no insulto a nadie por ser
heterosexual, no entiendo por qué alguien sí puede insultarme a mí por no
serlo. Es igual de absurdo que meterse con alguien por el color de su piel o
porque sus ojos son azules en vez de marrones, ¿qué sentido tiene?
Una parte de mí es optimista y cree que con el paso del
tiempo, empezaremos a comprender que lo diferente no siempre es malo, pero la
otra opina que hemos tenido miles de años para mejorar en ese aspecto y apenas
se muestran los resultados para la cantidad de tiempo invertido. Solo me queda
esperar que la segunda se equivoque.