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martes, 9 de abril de 2013

¿Innovar? ¿Se come?

Siempre me han conmovido las historias de amor con final feliz, tanto en películas como en libros como en cualquier aspecto, pero la mayoría de ellas no me parecían reales. Existe una manía generalizada de incluir una trama de amor en absolutamente todas las historias que se hacen, bien secundaria bien principal, y la mayoría de ellas acaban bien, ¿nadie más piensa que son demasiado?
Pongamos por ejemplo la típica película de acción en la que el mundo está a punto de irse al garete y el héroe principal, el típico que le lanzas una granada, se la traga y escupe la anilla sin que le afecte, es el único que puede salvarlo, ¿qué ocurre a mitad de la película? Salva a una chica y terminan felices y comiendo perdices. En serio, el tópico del superhombre masculino y viril que salva a la damisela en apuros está MUY utilizado, en la variedad está el gusto.
Si vas a hacer una historia de amor, centra la película en eso, como es el caso de Moulin Rouge, el diario de Noa, Titanic... pero si vas a hablar de un apocalipsis zombie, una invasión alienígena o algún asunto por el estilo, deja las historias amorosas aparte, o dale un final abierto sin que sea demasiado obvio, porque cuando voy a ver una película de acción o por el estilo, suelo buscar eso, acción, lo otro sobra. Queda demasiado obvio y muy forzado, tengo que darle la razón a mi niña, que es quien me suele hablar de estas cosas.
Yo quiero más películas de temática homosexual, que traten de temas de actualidad tal y como son y que no traten de ocultar la realidad maquillándola. Aunque lo dudo mucho por ahora, puedo seguir soñando.
Últimamente escribo poco, pero desvarío mucho, preveo un cambio de rumbo en la dirección de mi blog.
El que avisa no es traidor.

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