¿Por qué siempre callo en el momento en el que más tengo que decir? Si no fuera por este miedo, que tira de mí y me aparta de lo que verdaderamente anhelo, tal vez mi boca hubiese encontrado las palabras que decir. No aprenderé hasta que alguien haga lo que yo debiera y se lo lleve todo...
Cuatro palabras, cuatro míseras palabras que podrían haber hecho algún efecto, o quizás no, pero al no hacerlo, la duda del "y si" aparece y ocupa todos mis pensamientos.
Ese cambio en la mirada... ¿o quizás solo lo imaginé? No, sé lo qué vi y lo que noté, es la misma cara que yo he puesto tantas veces y que he aprendido a reconocer en otros. Yo podría hacer que desapareciera, que no volviera a salir nunca, pero sé que no puedo pedir lo mismo; aún así, estoy dispuesta a ello, el dolor no importaría.
Existen otras posibilidades, pero, ¿quién que lo entiende mejor? Dudas, recuerdos, tristezas, todo eso y más, ¿cuántos? ¿cuántos pueden saberlo mejor? Nada que diga cambiará nada, pero, de algún modo, al escribirlo, algo ya está cambiando.
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