Hoy, tus ojos me miraron y pude ver la transformación en tu rostro: de una sonrisa a algo distinto, ¿tal vez tristeza? No lo sé, solo sé que tocó algo dentro de mí, algo que ha hecho que no sepa cómo sonreír con sinceridad...
Últimamente siempre llevo algo tuyo, tal vez la cadena, tal vez la gorra que me regalaste, y hoy, mientras me sentaba en el autobús de vuelta a casa, mi mano parecía incapaz de soltar la cadena... siento que te pertenece más a ti que a mí; por eso, cuando siento que la impotencia me invade, la aprieto contra mí y es como si una ligera parte de ti estuviese conmigo.
Quizás no he sabido demostrarte realmente lo mucho que significas para mí, y no dejaré de reprochármelo, porque ahora veo que verdaderamente te has distanciado de mí.
Hoy, después de ese extraño abrazo en el que intentaba transmitirte todas mis emociones, me he dado cuenta de que ni una sola vez me has mirado directamente a los ojos. Te sentaste casi a mi lado y no me dirijiste la mirada... estando tan cerca, y te sentí tan lejos... ahora, el cansancio me invade, pero un cansancio emocional en el que ya no encuentro lágrimas para mostrar mi dolor, solo miradas vacías.
Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero nunca dicen lo duro que resulta una amistad rota y malherida: con cada conversación, con cada canción, con cada pensamiento, un recuerdo aparece y nubla el presente.
Lo siento...
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