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miércoles, 16 de febrero de 2011

Speak now


Estoy en mi casa, de pie frente al espejo, sin saber qué ponerme.
Nunca me han gustado las bodas, y ésta menos. ¿Que por qué? Muy sencillo: hoy se celebra la boda de la mujer a la que amo con el hombre más egocéntrico y repulsivo de la historia.
¿He mencionado que además me odia y por eso no me invitó a la boda? Pero no voy a detenerme por un detalle insignificante como ése. Ésta es mi última oportunidad, más me vale no cagarla.


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Bien, ya estoy aquí. Por suerte, he conseguido llegar sin llamar la atención de ninguno de los invitados, que lentamente van entrando por la puerta principal, pero yo necesito una puerta lateral o todo mi plan se irá a la porra... a ver, a ver.... ¡ahá! ahí está.

Con cuidado y escondiéndome en cada sombra, consigo llegar hasta una pequeña puertecilla de madera que, menos mal, está abierta. Me meto dentro y me escondo tras un pequeño pilar justo en el mismo momento que pasa el sacerdote.

Espero unos instantes y luego me arriesgo a salir. No sé en qué parte de la iglesia estoy exactamente, pero me dejo guiar por el murmullo de la gente mientras avanzo por un pasillo semi a oscuras; de pronto, un grito me hace pararme en seco y buscar su origen. Veo que una de las puertas a mi izquierda está entreabierta y me asomo con cuidado: agh... qué desagradable.... ahí está ese imbécil, vestido con un horrible traje de color gris y una corbata azul eléctrico. Reprimo un escalofrío de asco y me centro en la conversación que mantiene con el que supongo que es su padrino; al parecer, ha habido algún problema con la rececpción y con la decoración de no sé qué, y como él es una persona tan civilizada, recurre al diálogo y a la conversación tranquila en vez de echarle la caballería por encima... era una ironía.

Me alejo de allí antes de que noten mi presencia y sigo andando hasta llegar a la nave central, concrétamente, al final de ésta. Todos los invitados están ya sentados en sus respectivos bancos, por eso no me ven entrar y esconderme detrás de unas cortinas.

Desde aquí lo veo todo, incluso distingo a los miembros de su familia: ellas con sus vestidos color pastel, y ellos con trajes que parecen haber sido robados de una funeraria. Casi puedo imaginármelos discutiendo el color de las sábanas que les regalarán para su nueva casa... nueva casa, viviendo juntos... ¡no! No dejes que te asalten las dudas o entonces sí que la habrás perdido.

Antes de que me dé cuenta, el diota ya está esperando en el altar y empieza a sonar la marcha nupcial... ¿pero qué coño? esto no es la marcha nupcial, ¿quién ha elegido la música? ¿alguien con una depresión crónica? Ah, no, por la cara de autosuficiencia, diría que ha sido él... dios mío, más imbécil y no nace.

Entonces entra ella.

Mi corazón redobla su ritmo mientras la veo entrar en la sala; lleva un precioso vestido blanco sin adornos, lo bastante ajustado para marcar algunas curvas, pero lo bastante suelto para no parecer una furcia. En sus manos lleva un pequeño ramo de orquídeas blancas y... espera, espera, ¿orquídeas blancas? No puede ser... aún recuerdo como si hubiese sido ayer aquella conversación:

- ¿Estás lista para salir?
- Sí, espera un momento que me suba la cremallera del vestido.
Mientras termina de arreglarse, la observo desde la puerta, y, de repente, una imagen se me viene a la cabeza.
- Te queda realmente bien, pero, ¿sabes cómo estarías aún mejor? Con un vestido blanco.
Ella me mira alzando una ceja y con una sonrisa traviesa en el rostro.
- ¿Un vestido blanco? ¿No crees que es demasiado pronto para ir pensando en esas cosas?
- Nunca es demasiado pronto para pensar en ello, solo te comentaba. Quedaría muy bien tener una boda blanca: tú irías con tu vestido y yo con un traje blanco...
- ¡Hey! ¿por qué tengo que llevar yo el vestido?
- Porque a ti te sientan mejor que a mí - le respondí sacándole la lengua -. Bueno, tú irías con tu VESTIDO - dije recalcando la palabra "vestido" y haciéndole poner los ojos en blanco - y además llevarías un ramo de orquídeas blancas, ¿sabes por qué? - ella niega con la cabeza -, pues porque las orquídeas simbolizan la belleza y la sensualidad, y las blancas, además, quieren decir "amor puro", y tú eres el amor de mi vida - le dije dándole un suave beso en los labios.
Ella agachó la cabeza para ocultar el leve rubor de sus mejillas.
- En el fondo eres una romanticona... ya veremos...

No puede ser una coincidencia, eso me da esperanza de que no estoy cometiendo una locura... al menos, no una locura sin sentido.
Sigo observándola desde mi escondite, notando cómo su cuerpo se aleja más y más de mí en su lento avance hasta el altar. Aprovecho ese momento para sentarme en una de las últimas filas de bancos.
Finalmente, llega hasta el altar, donde la espera él con... ¿las manos en los bolsillos? Mejor me abstengo de hacer comentarios al respecto...
La ceremonia se desarrolla según lo normal, pero apenas presto atención: yo estoy en mi propio mundo, imaginándome lo que haré, lo que diré y cómo reaccionará ante mis palabras, pero el cura rompe mis ensoñaciones cuando pronuncia las siguientes palabras: que hable ahora o calle para siempre.
Supongo que éste es mi momento, ¿no? Ay, dios mío... tengo las manos resbaladizas y mis piernas parecen haberse convertido en un par de trozos de gelatina, pero a pesar de mis nervios, consigo levantarme. Recibo miradas de horror, sorpresa e incluso odio por parte de los invitados y puedo escuchar sus murmullos de desaprobación, pero les ignoro y empiezo a caminar hacia donde se encuentra ella, sin despegar la vista de su rostro ni un segundo.
Cuando ya estoy frene a ella, me permito cogerle las manos antes de decir las palabras que llevo repitiendo en mi mente desde hace semanas.

- Yo no soy la clase de persona que se infiltra en bodas ajenas para sabotearlas... al menos, no sin motivo... y es que no puedo quedarme callada mientras veo cómo te casas con la persona equivocada - puedo notar la mirada de "la persona equivocada" clavada en mi nuca, pero eso no detiene mi sicurso -. Si hoy he venido hasta aquí es solo para decirte que lo siento, siento haberte hecho daño, siento no haber sabido apreciarte, y, sobre todo, siento haberte dejado marchar. Quizás no debería haber esperado tanto, pero tengo que pedirte que no des el "sí, quiero", que no te cases con él... que me des otra oportunidad...

Los latidos de mi corazón me impiden escuchar la conmoción que acabo de crear, ni siquiera me doy cuenta de que algunos se han levantado e intentan acercarse a mí, de eso me entero más tarde; ahora mismo, no soy capaz de apartar la vista de ella, que mantiene la cabeza gacha, a la espera de recibir una respuesta; pero, con cada segundo que pasa, mi inquietud va en aumento.
Entonces vuelve a alzar la cabeza: tiene los ojos inundados en lágrimas y una pequeña sonrisa se le dibuja en los labios.

- Corre - me dice -, sal por atrás, yo me reuniré contigo en cuanto me haya quitado esto - asiento y me doy la vuelta, pero me detiene su mano en mi hombro -. No sé si te diste cuenta de que no llegué a decir mis votos... una parte de mí esperaba que vinieses y me sacaras de aquí... gracias por no rendirte.
Sonrío y le doy un beso en la frente antes de salir disparada por donde he venido.

Me subo al coche, lo pongo en marcha y lo acerco hasta la puerta a la espera de que salga.

Ni diez minutos después, está abriendo la puerta del copiloto y metiéndome prisa para que salga de ahí antes de que nos engulla la muchedumbre furiosa. Arranco el coche y salgo de allí, pero antes capto por el rabillo del ojo la figura de sus padres, los únicos que permanecen en su sitio, y al girar la cabeza, recibo un guiño y una sonrisa de agradecimiento de ambos. Supongo que ellos deseaban esta boda tanto como yo...
Acelero y salimos de allí a toda prisa.

Una mano la tengo en el volante, y con la otra agarro la suya. Esa mano que jamás volveré a soltar. Menos mal que estuve ahí cuando el cura dijo: que hable ahora o calle para siempre.


Ésta es solo una pequeña historia que se me ocurrió el otro día mientras escuchaba "Speak now" de Taylor Swift, bueno, es simplemente una versión narrada de la canción, ya lo sé... pero me hacía ilusión, así que ahí está.

1 comentario:

  1. Ahora escucharé visualmente la canción de Taylor Swift. Un texto exquisito, muy bien narrado, atrayente. Me ha cautivado. Tú me has cautivado.

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